Oh noble que entregas silente la vida
Tu mirada quieta confusa y callada
Tu aliento en el hierro la hoja empañada
Y el río que anuncia tu triste partida
Tus manos abiertas abrazan el fuego
De leños que ultiman su larga jornada
Vistiendo tu aspecto de líneas doradas
Surcando de aromas sutiles el cielo
Festejan las almas de bocas ansiosas
La incuria flameando al compás de la prisa
Becerros de adanes desbordan sus risas
Es tu ultimo acto es tu ultima prosa
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